Quizás haya llegado el momento de transmutar un mundo enfermo en un mundo donde el respeto vuelva a imperar. Hoy leyendo el artículo de Giuseppe Trincali en el ABC con el título «Reconstrucción» me ha llevado a este titular que fue una frase que me dijo un chamán indio hopi en el 2009. Nunca entendí su significado hasta confrontar con una realidad como la de estos momentos , donde somos muchos los que reclamamos una vuelta al respeto hacia nosotros mismos y hacia todo y todos los que nos rodean, reconociendo que nuestra libertad interna individual y social estriba en este concepto que se nos había olvidado.
Me permito citar a Giuseppe , al que he agradecido esta mañana este ensayo que es más que reflexión es un manifiesto personal que suscribo totalmente: «… Al ser humano no le hace falta coraje, fuerza o resiliencia, no le hace falta ideas para resurgir más fuerte que nunca. El cerebro humano, si puede, es perezoso e intenta ahorrar esfuerzos inútiles, pero pierde esta característica y está muy preparado cuando los momentos lo requieren.
Me refiero a las emergencias, al peligro, a las dificultades o cuando existe un problema de supervivencia personal. El comportamiento perezoso de nuestro cerebro cuando todo va bien no impide al ser humano avanzar, pero los avances normalmente proceden de la inercia. La tendencia es conservar lo conseguido con pequeñas mejoras, ya que las novedades significan salir de la zona de confort y se consideran una incertidumbre a evitar.»
Nuestra transmutación no debe ser formal, debe ser profunda porque los tiempos así lo requieren y el Apocalipsis es una opción que tendrá lugar si nos inhibimos de njuestra responsabilidad, de nuestro respeto a nosotros mismos. Y qué supone este Apocalipsis, en palabras de un gran estudioso de la cábala, ya fallecido, y cuyo legado siguen sus hijos, nos afirmaba en uno de sus textos: « Cayó esta gran ciudad que habíamos levantado nuestra psique y en la que, como ya hemos dicho anteriormente, todo encajaba a la perfección, gracias a una perfecta racionalización. Así vemos que sucede en nuestras ciudades, emanadas de nuestra organización psíquica, donde los problemas se solucionan creando otros problemas en otro sector, y cuando nivel de la problemática alcanza límites insostenibles, se prohíbe su manifestación y se encierra, o si es preciso se degüella, a quienes la expresan».
Ha llegado el momento de asumir nuestra responsabilidad, volver a ejercer nuestra soberanía individual y colectiva , donde nos hace falta despojarnos de ataduras y ver este futuro de una forma prometedora porque es nuestro deber y nuestro privilegio construir porque existe mucho margen de mejora para una sociedad que desde la Grecia clásica no ha evolucionado nada en sus modelos de representación de los intereses públicos.
Vuelvo a citar a Giuseppe Trincali : » Ahora también es cuando tenemos que aprender a protegernos por el futuro. Tenemos que pensar en la reconstrucción, pero también en nuestro estilo de vida y en lo que es realmente importante. Tenemos que pensar en una nueva sociedad libre, más equilibrada. Pensar en una sociedad en la que cada uno tenga la posibilidad de dar el máximo de sí mismo, con satisfacción y reconocimiento, pero donde esta libertad de actuar sea compatible con el objetivo de contribuir a un entorno mejor para todos. Una sociedad que sepa ofrecer oportunidades a todos y, al mismo tiempo, apoye y comparta un civismo que genere el bien común. Una sociedad que crea en los valores y que los comparta entre políticos, empresarios y personas. Por ejemplo, el más básico y el más potente: el valor del respeto.
El respeto para todo, el respeto de uno mismo, de las otras personas y de nuestro entorno. El valor del respeto mejoraría a la política, a las empresas, a nuestro planeta.
Repensemos, entonces, la política, para que genere políticos más preparados y más responsables, políticos que custodien nuestra mayor conquista, es decir, el irrenunciable respeto de la libertad, de la democracia y de la convivencia .»
Y tiene que haber voces que se alcen en este sordo fragor de la inacción políticay que nos digan que es posible . Así nos lo comentaba Juan Antonio Pedreño en una entrevista que le hacía esta semana Manuel Campo Vidal y que recoge hoy en su artículo semanal titulado . «España quiere huir de la ruina y el odio» : » Pero habrá que remontar y rescatar a España del riesgo de quiebra. Las cifras de caída de la riqueza nacional y de sus perspectivas de recuperación, estremecen. Pero se superará. A ello ayudarán muchos recursos procedentes de Europa y valiosos activos, como la economía social, que representa el 13 por ciento del PIB. Para Juan Antonio Pedreño, presidente de CEPES -la patronal de la economía social- en la crisis de 2008 ya se contribuyó decisivamente al rescate.. Estamos hablando de casi un millón de cooperativas en los países ribereños de Mediterráneo -desde agroalimentarias y de producción a la distribución, pasando por las cofradías de pescadores y las mutualidades- que nacen para quedarse enraizadas en el territorio y no para volar a otras regiones del mundo al ser vendidas. Los valores que las sustentan cuadran, más que nunca, con una enmienda al capitalismo descarnado que dominaba el mundo hasta esta crisis. “El núcleo de la economía social sitúa a la persona en el centro de las preocupaciones y no al beneficio puro y duro”, dijo Pedreño en el Foro Next Educación. Y añadió :”Si en el 2008 rescatamos miles de empresas y trabajadores, así lo haremos de nuevo”. Acabó con un gran titular: “Vamos a una globalización más humanizada” Dios le oiga.
Ayudemos a Dios entre todos porque todos llevamos a Dios dentro de nosotros mismos, bajo el nombre que le queramos dar, todos lo llevamos dentro y ése es el principio de la Unidad.

